La cultura es el eje vertebrador de la sociedad del bienestar, porque garantiza el derecho de acceso a la cultura, y esto es sinónimo de avanzar contra la exclusión social y establece los fundamentos de la igualdad de oportunidades. Este ha de ser uno de los objetivos irrenunciables para los quién aspiramos a vivir y convivir en sociedades democráticas, libres y cohesionadas socialmente, puesto que es una puerta abierta a un universo de diversidad que alimenta nuestra capacidad de formular nuevas preguntas.
Es en la investigación de nuevas respuestas cuando crecemos como personas y como sociedad, ayudándonos a tomar conciencia de quién somos y donde queremos llegar como pueblo y como ciudad.
La cultura nos conecta con nuestras raíces a través de la tradición oral y del rico patrimonio histórico, como es el caso de Castelldefels, y nos enriquece como personas y como comunidad, contribuyendo a nuestra identidad colectiva. El castillo, símbolo de nuestra ciudad, es probablemente el mejor ejemplo, pero no el único: las torres de defensa, el edificio de la República, la variedad de nuestra cultura popular. Todos ellos son parte de nuestra herencia común que nos explica nuestro pasado a la vez que nos permite entender cómo somos hoy.
Es fundamental que la política cultural en nuestra ciudad se oriente hacia el conocimiento del territorio, de los elementos y las personas que son protagonistas, puesto que del conocimiento nace el amor, el respeto y el cuidado.